Extracto de A elegir de Eduardo Aliverti en Página 12
Lo que ayer se amuchó en Rosario es una expresión inigualable del pensamiento más reaccionario de esta sociedad, en algunos casos representado por los grupos tradicionales del privilegio; en otros por la inconsciencia social de sectores medios, urbanos y campestres, unidos bajo la bandera del individualismo pequeño burgués y la genética gorila; y en otros por el oportunismo político de liberales y hasta de tribus que se dicen de izquierda. Si se le agrega que se les sumó la Iglesia, sólo que con el cinismo de vías indirectas, el cartón está lleno salvo por un casillero faltante que es la buena noticia: no hay partido militar. Tampoco acompaña el resto del establishment, es cierto, beneficiado por el tipo de cambio alto, la recuperación del poder adquisitivo de algunas franjas medias y, a pesar de que el estilo gubernamental no les resulta muy simpático, la certeza de que el oficialismo es lo único que hay en condiciones de administrar la política. De hecho, están negociando un acuerdo a largo plazo que el Gobierno quiere presentar como el Acuerdo del Bicentenario. Pero las medidas de fuerza del movimiento campestre perjudicaron el clima de buenos negocios, y ya advirtieron que sin el concurso del “campo”, en un país agropecuario, el pacto no tendría sentido. De manera que no se está ante un conflicto menor, porque el poder de fuego de los gauchócratas, lejos de ser todopoderoso, ya demostró que sí les alcanza para lastimar. En el funcionamiento concreto de la economía y en el hecho de que, por un cúmulo de factores, se reaglutinó en torno de ellos un pedazo considerable de la derecha (si quiere vérselo desde una categoría de diferenciación con los rasgos progres del kirchnerismo) o de la derecha de la derecha (si se prefiere juzgarlo con ortodoxia).
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