El gobierno de Arturo Illia tuvo como principal enemigo a la SRA (Sociedad Rural Argentina) y a las trasnacionales de los medicamentos (léase ley de patentes).
Todos ellos han tenido la astucia de esconder la mano y usar a otros actores para que pongan la cara, la voz y el cuerpo. Entonces usaron hasta al “lobo” Vandor - aquél que se había atrevido a desafiar hasta al propio Gral. Perón - que entró junto a ellos a la Casa Rosada para consagrar al “emperador” Onganía. Seguramente “el lobo” ignoraba, en aquel instante, que se había comprado un boleto de ida en un tren rápido hacia su propia muerte. ¿Cuál era la bronca de la SRA con Illia? No toleraban los precios máximos que Illia había puesto a la carne, el control de cambios, en noviembre de 1964 (que significaba una manera de apropiarse de la renta agraria), las "retenciones", la ley de arrendamientos y aparcerías. Y el colmo del escándalo: el proyecto de ley del impuesto a la renta normal potencial de la tierra. Una medida que no se atrevió a instrumentarla Perón en sus dos primeros gobiernos y que luego lo intentaría – con los resultados también conocidos – José Ber Gelbard, su último ministro de Economía. Vale recordar esta parte de la historia hoy. También hay que decir que el desabastecimiento provocado por esos mismos intereses (el famoso Grupo de los 8) llevó a la hiper de finales de los 80 y al colapso del gobierno de Alfonsín.
No se conformaron, hasta que Menem les dio lo que nadie les había dado antes. Al precio de reventar la actividad agropecuaria y las economías regionales con el 1 a 1. Pero a la SRA a esa altura no le importaba; en 150 años de dominio sobre el sector externo, han diversificado y concentrado la actividad de modo que si no ganan por los granos o la carne, buenas y redituables son las operaciones financieras.
Ya les había pasado con Onganía. Tras la devaluación, Krieger Vasena estableció retenciones de tal magnitud que las actuales son una monedita. La medida casi no provocó una queja entre los miembros de la SRA. Ellos lo habían aupado.
Ahora hay que tener cuidado. La torpeza de algunos desde el gobierno – metido en más internas de las soportables – y las encendidas arengas de opositores sin memoria histórica, pueden llevarnos al abismo. Al shock. Y de la mano del shock, no viene la democracia, la República, ni nada que se le parezca.
Viene el capitalismo del desastre, regresa el neoliberalismo. Vale la pena leer La doctrina del shock, un notable libro de Naomi Klein.
Carlos Abel Suárez 26-03-2008
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