jueves, 14 de febrero de 2008

Miente, miente que algo queda

La lección de Goebbels, uno de los jerarcas nazis, parece presidir las acciones del Ministro Aguinaga, que se dedicó a desacreditar a la testigo del caso Rico, adjudicándole causas por estafas y revelando su identidad que era su deber proteger como víctima de la dictadura y testigo en una causa que puede abrirse en la provincia de Mendoza.
Contra toda ética y juridicidad, el ministro Juan Carlos Aguinaga decidió embestir contra la testigo, víctima del terrorismo de estado y que reconoció a Carlos Rico como una de las personas que vio durante su cautiverio. Apelando a la complicidad del senador Aldo Giordano, ex fiscal de Estado de la Provincia de Mendoza que hizo la vista gorda con las operaciones que permitieron la caída del Banco de Mendoza y la venta de Giol a FECOVITA, durante la sesión de la Bicameral de Seguridad intentó relativizar el testimonio brindado por la mujer, en los mismos términos que el ministro.
De tal manera se reveló que pese a lo delicado de esta situación, el ministerio de Seguridad, optó por poner sus recursos al servicio de los particulares intereses del subsecretario Carlos Rico, y así desviar la inteligencia del estado, obligada por ley a no investigar a los militantes y las actividades políticas, a la búsqueda de argumentos para defender al mentado subsecretario, de cuyos antecedentes surge claramente, para quien tenga normales capacidades de lectura comprensiva, que Rico había sido preparado "teórica y prácticamente" para combatir a la subversión.
Hoy, la Cámara de Diputados, en una de las sesiones, que están destinadas a ser una de las más tristes de su historia, decidió priorizar la obediencia partidaria y no avalar un proyecto que simplemente recomendaba el alejamiento del cuestionado subsecretario, por 27 votos contra 20 y envió el proyecto a Comisión, hasta que la justicia se expida.
Ello también implica que dicha Cámara ha dejado en manos de un acusado por crímenes de lesa humanidad, la protección de los que serán testigos contra los genocidas. Perversa paradoja de la política provincial, que más tarde o más temprano hará pagar sus costos a los que cobardemente eligieron este camino. Una vez más obediencia debida.

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