La lección de Goebbels, uno de los jerarcas nazis, parece presidir las acciones del Ministro Aguinaga, que se dedicó a desacreditar a la testigo del caso Rico, adjudicándole causas por estafas y revelando su identidad que era su deber proteger como víctima de la dictadura y testigo en una causa que puede abrirse en la provincia de Mendoza.
Contra toda ética y juridicidad, el ministro Juan Carlos Aguinaga decidió embestir contra la testigo, víctima del terrorismo de estado y que reconoció a Carlos Rico como una de las personas que vio durante su cautiverio. Apelando a la complicidad del senador Aldo Giordano, ex fiscal de Estado de la Provincia de Mendoza que hizo la vista gorda con las operaciones que permitieron la caída del Banco de Mendoza y la venta de Giol a FECOVITA, durante la sesión de la Bicameral de Seguridad intentó relativizar el testimonio brindado por la mujer, en los mismos términos que el ministro.
De tal manera se reveló que pese a lo delicado de esta situación, el ministerio de Seguridad, optó por poner sus recursos al servicio de los particulares intereses del subsecretario Carlos Rico, y así desviar la inteligencia del estado, obligada por ley a no investigar a los militantes y las actividades políticas, a la búsqueda de argumentos para defender al mentado subsecretario, de cuyos antecedentes surge claramente, para quien tenga normales capacidades de lectura comprensiva, que Rico había sido preparado "teórica y prácticamente" para combatir a la subversión.
Hoy, la Cámara de Diputados, en una de las sesiones, que están destinadas a ser una de las más tristes de su historia, decidió priorizar la obediencia partidaria y no avalar un proyecto que simplemente recomendaba el alejamiento del cuestionado subsecretario, por 27 votos contra 20 y envió el proyecto a Comisión, hasta que la justicia se expida.
Ello también implica que dicha Cámara ha dejado en manos de un acusado por crímenes de lesa humanidad, la protección de los que serán testigos contra los genocidas. Perversa paradoja de la política provincial, que más tarde o más temprano hará pagar sus costos a los que cobardemente eligieron este camino. Una vez más obediencia debida.
jueves, 14 de febrero de 2008
martes, 12 de febrero de 2008
El caso Rico "tiñó" el primer viaje oficial de la Presidenta a Mendoza
11 de Febrero de 2008 |23:39 MDZ Online
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Organizaciones defensoras de los derechos humanos solicitaron la destitución del subsecretario de Seguridad, Carlos Rico. La Presidenta escuchó el reclamo, pero no los recibió. En cambio el ministro de Interior, Florencio Randazzo, estuvo con los manifestantes, quienes le entregaron un petitorio.
La visita de Cristina Fernández de Kirchner se tiñó del escándalo que hoy sacude a Mendoza por las denuncias contra el subsecretario de Seguridad, Carlos Rico, el comisario retirado que integró e instruyó a grupos antisubversivos durante la última dictadura militar.
Los ruidosos militantes del PJ que se acercaron a la bodega Luigi Bosca no fueron los únicos que se hicieron notar esta tarde. Organizaciones defensoras de derechos humanos también llegaron a Luján para pedirle - incluso a los gritos - a Fernández de Kirchner para presione a las autoridades provinciales que sostienen a Rico.
Con banderas y cantos, los militantes de estos grupos persiguieron a la jefa de Estado mientras se retiraba de la bodega, insultando y pidiendo la renuncia del subsecretario de Seguridad.
Otro que recibió los insultos de los manifestantes fue el ministro de Seguridad, Juan Carlos Aguinaga, el principal sostén de Rico en el cargo.
Sin embargo, la Presidenta no se inmutó ante la solicitud, más allá de algunas miradas incómodas que dirigió desde el escenario a los integrantes de las organizaciones de Derechos Humanos cuando éstos gritaban.
El mediador entre la Nación y las organizaciones fue el ministro del Interior, Florencio Randazzo. El funcionario, que apenas pisó suelo mendocino se entrevistó con el coordinador de Derechos Humanos del gobierno provincial, Pablo Salinas, quien lo puso al tanto de la situación.
Lejos de emitir alguna opinión de peso, Randazzo tuvo un discurso similar al de los funcionarios jaquistas, y también comentó
que hay que esperar alguna definición de la Justicia sobre el caso Rico.
El ministro ratificó que las organizaciones de DDHH le entregaron un petitorio donde solicitan la destitución de Rico. Pero negó que la Presidenta se haya comprometido a recibirlas la semana próxima en la Casa Rosada. Esa versión había sido difundida esta mañana por la senadora nacional María Cristina Perceval.
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La política sucia de EE.UU. contra Argentina
¿La Justicia? ¿Cuál, la de Miami? ¡Por favor….!
Víctor Ego Ducrot
APM
Caso Antonini, una operación de la inteligencia estadounidense, que perfora jueces, fiscales, tribunales y medios de comunicación. Ninguna novedad. Argentina, Venezuela y el Mercosur en la mira.
"El caso de Antonini Wilson pinta bien la lógica del sistemanorteamericano: el hombre pasó de ser un sospechoso de lavado, contrabando o evasión, atrapado con una valija de 800 mil dólares al intentar entrar a Argentina, a convertirse –para el Departamento de Justicia de Estados Unidos– en una víctima perseguida por agentes encubiertos venezolanos que son, nada menos, que sus viejos amigos y socios en negocios diversos por años. Todavía es un misterio si Antonini es ahora un testigo protegido, un colaborador del FBI o la CIA y desde cuándo. La realidad es que él está libre y sus amigos presos".
Fina observación de la periodista Irina Hauser, del diario local Página 12. Sin embargo, sería útil resaltar que ese tipo operaciones -consecuencia de la profunda perforación del Ejecutivo y sus agencias de inteligencia en las redes de la Justicia y de los medios de comunicación- tiene larga data y se inscribe en el trazado mismo de la política exterior estadounidense.
Un abogado de Washington, graduado en la Universidad de Georgetown, viene advirtiendo desde hace años que la Justicia de su país no es independiente, que viola sistemáticamente el orden constitucional y que está en manos de las decisiones de estrategia política adoptadas por la Casa Blanca.
Se trata de José Pertierra, representante de Venezuela en el caso del terrorista Luís Posada Carriles, un protegido de la administración de George W. Bush.
Para muestra sólo basta un botón, aunque los lectores y lectoras podrán tener mucho más si siguen el caso antes mencionado y el de los cinco cubanos injustamente presos en Estados Unidos desde hace casi una década, pues la matriz ideológica y metodológica que expresan esos expedientes judiciales es la misma que se registra ahora, en el intento de usar al venezolano Guido Antonini Wilson contra los gobiernos de Argentina, Venezuela y, por elevación, contra todo el complejo proceso
de integración regional.
Hace pocos meses, al abogado Pertierra dijo: el gobierno de Estados Unidos manipuló al tribunal en el caso del connotado terrorista Luis Posada Carriles, al liberarlo de cargos por fraude migratorio.
Pertierra comentó asimismo que la jueza que dio a conocer el veredicto expresó en su fallo que el gobierno manipuló al sistema
judicial y dejó claro que le corresponde a la Casa Blanca encausarlo como terrorista y no a los tribunales.
En esa misma oportunidad, y en declaraciones formuladas desde Washington, el abogado que representa a Venezuela en el pedido de extradición de Posada Carriles citó palabras de la jueza en las que afirma que ella no va a tolerar la conducta del gobierno de Estados Unidos, aunque Posada Carriles sea "una papa caliente política".
Reiteró Pertierra que la jueza está "muy molesta con el gobierno porque la han manipulado a ella y al sistema jurídico desde el
principio", y agregó que la decisión de retirar los cargos al autor confeso de la voladura de un avión civil cubano en 1976 que causó la muerte de 73 personas, "es consistente con lo que ha dicho Venezuela desde el primer momento: este individuo no debería ser encausado simplemente por mentiroso, sino por asesino y terrorista".
Consideró que la jueza comprendió que desde un inicio el gobierno manipuló el caso, propició una entrevista de naturalización a un individuo, sabiendo que nunca calificaría por sus antecedentes terroristas, a fin de que mintiera, y esa manipulación, ella, no la iba a tolerar.
La jueza en cuestión es Kathleen Cardone, de El Paso (Texas), quien juzgó al terrorista como mentiroso y emitió su dictamen el 6 de abril de 2007, en el que reconoció que "la decisión de certificar o no a un individuo como terrorista está dentro de la potestad de la Casa Blanca, no de este tribunal". La jueza Cardone llamó la atención sobre "la mala conducta del gobierno", que quiso quitarse de encima el caso Posada Carriles, "una papa caliente política". Las comillas de este párrafo pertenecen al escrito oficial de la magistrada.
El caso de los cinco cubanos presos en Estados Unidos aporta otros datos de significado relevante: la Justicia los mantiene en arbitraría e ilegal detención pese a que, como lo señalara un propio fiscal en la etapa primaria de la causa, no hay prueba alguna que permita procesarlos por los cargos de espionaje que se les imputa.
Se podría enumerar una larga lista de ejemplos sobre la falta de independencia del poder judicial de Estados Unidos pero esta nota sería interminable. Sólo basta leer la magnífica novela de Gore Vidal, "Imperio", para constatar como desde los orígenes mismos de su carácter hegemónico, en ese país las decisiones judiciales operan en función de los trazados políticos estratégicos, con la complicidad de los grandes medios de comunicación.
En un mismo sentido, se podría también leer el libro "JFK" de Jim Garrison, quien fuera fiscal de distrito cuando asesinaron el al presidente John F. Kennedy. Se trata de un detallado análisis de la manipulación política que sufrió la Justicia estadounidense, nada menos que en un caso de magnicidio, por cierto nunca esclarecido.
Es por todo eso que el sistema procesal de Estados Unidos permite los vericuetos que tanto llamaron la atención de la periodista argentina citada en el primer párrafo de esta nota.
Sigamos con lo que cuenta la misma colega en un artículo publicado el domingo último en Buenos Aires.
"La portavoz del FBI, Judy Orihuela, admitió que no está habilitada para especificar que herramientas se utilizan en las pesquisas. Pero en estas tierras nadie se sorprende de las escuchas subrepticias, ni de los interrogatorios apremiantes a familiares de los implicados. Recién por estos días está dejando de ser percibido como natural el uso de la tortura para la obtención de información, cuyos límites comenzó a señalar el Congreso. Los fiscales norteamericanos son elegidos por el
Poder Ejecutivo, del que dependen, y pueden ser removidos por él. Esto, en cierto modo, relativiza la teoría que pretende separar el plano legal del político en este asunto".
Una de los elementos que la Secretaría de Justicia de Estados Unidos utilizó para montar su campaña contra el gobierno argentino es el testimonio del agente del FBI Michael Lasiewicki: afirmó que el 27 de agosto pasado, los socios de Antonini Wilson advirtieron a éste que los 800 mil dólares que ingresó ilegalmente a Argentina iban destinados a financiar la actividad electoral de la ahora presidenta Cristina Fernández de Kirchner, dando por sentado que ese dinero era enviado por las autoridades de Venezuela.
En esa oportunidad, Lasiewicki sostuvo que en el encuentro del 27 de agosto también participó un argentino no identificado, afirmación sobre la cual la corporación mediática local, en manos de los sectores más reaccionarios del país, elaboraron una verdadera andanada de falsedades y tergiversaciones contra la presidenta Fernández de Kirchner y el gobierno venezolano.
Sin embargo, el ex camarista Guillermo Ledesma –uno de los jueces que en la década del ´80 condenó a los dictadores argentinos- y actual abogado de Antonini, irrumpió el pasado fin de semana. Dijo haber sido él el argentino desconocido en la cita y negó que en ese encuentro se haya dicho lo que el agente Lasiewicki consignó en su declaración.
La intervención de Ledesma destruye la medula argumental de la operación montada entre la fiscalía y el FBI, ordenada por la
administración Bush a través de su Secretaría de Justicia.
Por supuesto, que los grandes medios periodísticos de este país tratan de que la irrupción de Ledesma pase inadvertida y los diarios Perfil, La Nación, como así también los pertenecientes al Grupo Clarín –en prensa escrita, radial y televisiva-, entre otros, consumen ríos de tintas y horas enteras de pantallas y micrófonos para insistir en la supuesta Justicia independiente de estados Unidos y confabular contra el gobierno argentino.
Del lado de la política vernácula, los sectores más reaccionarios de la derecha se unen en bloque para sumarse a la operación del gobierno estadounidense, en una actitud que, en otro contexto, se ubicaría en las puertas de una proclama golpista.
Al gobierno argentino en tanto le resta impulsar la investigación judicial abierta tras el descubrimiento, a mediados de
este año, del empresario Antonini Wilson en un intento de ingresar al país 800. 000 dólares no declarados, tras arribar a Buenos Aires en un avión fletado por el gobierno nacional y en el cual viajaban altos funcionarios de éste y de la petrolera venezolana PDVSA.
Además sería saludable que políticos y gobernantes que enfrentan o pretenden enfrentar las políticas hegemónicas estadounidenses limpien sus entornos de funcionarios corruptos, para evitar así hacerles el caldo gordo o facilitar la estrategia de Estados Unidos y sus aliados domésticos, que consiste en montar operaciones contra la estabilidad constitucional de nuestros países.
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sábado, 9 de febrero de 2008
Un genocida en el gobierno
El gobernador Celso Jaque, su ministro de Seguridad Juan Carlos Aguinaga (PD) y de Gobierno Juan Marchena, han salido a respaldar públicamente, a Carlos Rico, quien cumpliera funciones en el GE 78, un grupo que reemplazó al D2 durante el Mundial de fútbol en Argentina, una de cuyas subsedes fue Mendoza.
El Departamento de Informaciones Policiales (D2), creado por la ley 3677/70 y constituido por las divisiones de reunión de información y de investigaciones, reunía informes sobre militantes y organizaciones. Desde el “Mendozazo” (4 de abril de 1972), que constituyó una prueba de fuego para el D2, la Policía contó con información sobre cómo estaban conformadas las organizaciones políticas y sociales de la provincia.
Junto con su sucesor, el GE 78, fueron en gran parte los responsables de los secuestros, torturas y desapariciones que sufrimos los mendocinos durante la dictadura militar. En ese período, en particular, era jefe de la Policía Provincial el Vicecomodoro Alcides Paris Francisca hasta febrero de 1979, quien reemplazó al tristemente célebre Vicecomodoro Julio César Santuccione (desde octubre de 1974 a diciembre de 1976).
El D2, que funcionó en el Palacio Policial ha sido reconocido como el principal centro clandestino de detención de la provincia, por el que pasaron más de 300 personas secuestradas, estaba ubicado en un entrepiso en el que se enfrentaban dos hileras de celdas, por una escalera se comunicaba con la central telefónica del edificio, a su lado, en el primer subsuelo, estaba una de las salas de torturas con las que contaba el CCD, la otra se encontraba en el segundo subsuelo, al que se desciende por un ascensor.
Algunos de los oficiales del D2 como Eduardo Smaha y Armando Fernández, cumplían la función de enlace con las FFAA, el departamento 162 de Inteligencia del Ejército, el Comando de Operaciones Táctico (COT) y el Jefe de la Policía.
Los antecedentes de Rico
Por un pedido de informes solicitado por la Coordinación de Derechos Humanos, que forma parte del Ministerio de Juan Marchena, se pudo acceder a los antecedentes del Comisario (R) Carlos Rico, elaborado por el mismo Rico. En este informe, se deja constancia de lo siguiente:
A la luz de estos antecedentes se puede concluir que Rico, fue formado teórica y prácticamente para reprimir a los militantes políticos y sociales, que perteneció al grupo que reemplazó al D2, en la represión ilegal realizada durante la dictadura militar, de hecho en el período de actuación del GE 78, se produjo el secuestro de 11 personas en el mes de mayo de 1978:
El Departamento de Informaciones Policiales (D2), creado por la ley 3677/70 y constituido por las divisiones de reunión de información y de investigaciones, reunía informes sobre militantes y organizaciones. Desde el “Mendozazo” (4 de abril de 1972), que constituyó una prueba de fuego para el D2, la Policía contó con información sobre cómo estaban conformadas las organizaciones políticas y sociales de la provincia.
Junto con su sucesor, el GE 78, fueron en gran parte los responsables de los secuestros, torturas y desapariciones que sufrimos los mendocinos durante la dictadura militar. En ese período, en particular, era jefe de la Policía Provincial el Vicecomodoro Alcides Paris Francisca hasta febrero de 1979, quien reemplazó al tristemente célebre Vicecomodoro Julio César Santuccione (desde octubre de 1974 a diciembre de 1976).
El D2, que funcionó en el Palacio Policial ha sido reconocido como el principal centro clandestino de detención de la provincia, por el que pasaron más de 300 personas secuestradas, estaba ubicado en un entrepiso en el que se enfrentaban dos hileras de celdas, por una escalera se comunicaba con la central telefónica del edificio, a su lado, en el primer subsuelo, estaba una de las salas de torturas con las que contaba el CCD, la otra se encontraba en el segundo subsuelo, al que se desciende por un ascensor.
Algunos de los oficiales del D2 como Eduardo Smaha y Armando Fernández, cumplían la función de enlace con las FFAA, el departamento 162 de Inteligencia del Ejército, el Comando de Operaciones Táctico (COT) y el Jefe de la Policía.
Los antecedentes de Rico
Por un pedido de informes solicitado por la Coordinación de Derechos Humanos, que forma parte del Ministerio de Juan Marchena, se pudo acceder a los antecedentes del Comisario (R) Carlos Rico, elaborado por el mismo Rico. En este informe, se deja constancia de lo siguiente:
- El 26 de julio de 1976, el Vicecomodoro Santuccione es informado por el Jefe de la Policía Federal que el Oficial Subinspector C.S.D. Carlos Rico, ha "cursado satisfactoriamente", junto con Adolfo Siniscalchi, en el hasta ahora desconocido Centro de Instrucción Contrasubversivo, "con el propósito de unificar y divulgar métodos, técnicas y procedimientos, que facilitarían una mejor complementación profesional entre los diversos órganos comprometidos en la erradicación de la delincuencia subversiva"
- El entonces subjefe de la Policía de Mendoza, Comisario Gral. Jorge Nicolás Calderón, consigna en la resolución Nº 118, del 2 de agosto de 1976, que el Of. SubInsp. Carlos Rico, "ha realizado en la Capital Federal, un Curso de Actualización y Perfeccionamiento en el área de la subversión, adquiriendo conocimiento que lo capacita para transmitir sus experiencias en forma cabal y satisfactoria".
- El 31 de Agosto, por Resolución Nº 140 se crea el Centro de Instrucción Contrasubversivo (C.I.C.) en el Cuerpo de Infantería Gral. Manuel Belgrano y se designa director al Jefe de la División Cuerpos de U.R.I., Comisario Inspector C.S.D. Modesto Matías Pedraza.
- En la Resolución Nº 218 del 14 de diciembre, Santuccione felicita a Pedraza, a los Oficiales Instructores: Inspector C.S.D. Ignacio Edgardo Medina, Subinspector C.S.D. Carlos Rico, Subinspector C.S.D. Adolfo José Siniscalchi y al capellán mayor de Rvdo. Oscar Moreno, que "durante el desarrollo de los seis (6) ciclos" del Curso, al que concurrieron oficiales de las Policías de San Juan y San Luis, quienes dejaron "expreso y profundo reconocimiento por la enseñanza recibida", demostraron idoneidad que acrecentó "la subordinación, el respeto y el espíritu de cuerpo" y recogieron la "valiosa experiencia por la intervención directa del Inspector C.S.D. Ignacio Edgardo Medina Cruzate, en el Operativo Independencia"
- El 21 de setiembre de 1977, por la Resolución Nº 255 en vista de la realización del Mundial se crea el GRUPO ESPECIAL L - 78 (GE 78) que dependerá en forma directa del Jefe de División Cuerpos de la Unidad Regional Primera - Mendoza, "tendrá como misión primordial actuar como personal especializado en la prevención y represión de todos aquellos ilícitos que por sus especiales características de producción, relevancia de sus autores o protagonistas o implicancias internas o externas motiven su actuación, y en todos aquellos otros casos que les sean ordenados por Jefatura o Subjefatura de Policía, por Jefatura o Segundo Jefe de la Unidad Regional Primera - Mendoza".
- La Resolución Nº 149 del 7 de junio de 1978 declara que "la totalidad de los Oficiales cursantes han cumplido con las exigencias que la instrucción teórico - práctica impuso para lo cual debieron superar tramos durante tres (3) meses" y "que la capacidad profesional alcanzada ha superado las previsiones, por lo cual la aptitud adquirida, los habilita plenamente para ejercer las funciones de situación" y habilita a los Oficiales integrantes del G.E.S. 78 a desempeñarse como Instructores del Curso del C.I.C. para Oficiales, Suboficiales y Agentes.
- Por Resolución Nº 172 del 3 de julio de 1978 se destina al Of. Subinsp. C.S. Adolfo José Siniscalchi a la Dirección Informaciones Policiales y al Of. Subinsp. C.S. Carlos Rico a la Unidad Regional Segunda de San Rafael
- La Resolución Nº 263 del 4 de diciembre de 1978 el Of. Subinsp. C.S. Carlos Rico es designado en la Seccional 24 de Malargüe.
- El 21 de octubre por Resolución Nº 279 se crea el "Grupo Especial de Seguridad U.R.I." cuya misión será "intervenir en aquellos hechos que demanden la aplicación de técnicas especiales de seguridad que garanticen una eficiente, legítima y permanente existencia de la seguridad pública" bajo la dependencia del Cuerpo de Infantería "Gral. Manuel Belgrano".
A la luz de estos antecedentes se puede concluir que Rico, fue formado teórica y prácticamente para reprimir a los militantes políticos y sociales, que perteneció al grupo que reemplazó al D2, en la represión ilegal realizada durante la dictadura militar, de hecho en el período de actuación del GE 78, se produjo el secuestro de 11 personas en el mes de mayo de 1978:
- Margarita R. Dolz de Castorino secuestrada el 17 de mayo de 1978 por un grupo de civil (cuatro o cinco personas), que irrumpió en su domicilio (CONADEP Nº actor 01567, Legajo Nº 5216).
- Aldo Enrique Patroni secuestrado el 17 de mayo, con la misma metodología. Sobre ese caso hay pocos datos, pero debido a las vinculaciones con Montoneros todos asocian la desaparición con la búsqueda de Galamba por parte de las fuerzas de seguridad.
- Raúl Oscar Gómez Mazzola cuyo secuestro se produjo el día 18 de mayo de 1978, en su domicilio por un grupo de cuatro o cinco personas, armadas, con las caras cubiertas. Vendaron los ojos y ataron las manos a todos los presentes y lo introdujeron en un Peugeot blanco sin patentes. (CONADEP Nº actor 02250 – Nº inter. 05175 Subs. Derechos Humanos).
- Mario Guillermo Camín secuestrado el día 22 de mayo de 1978, en camino a la Universidad Tecnológica de Mendoza, donde estudiaba ingeniería, y trabajaba como técnico en la Compañía Argentina de Teléfonos. (CONADEP, Nº actor 00830 – Nº inter. 3811).
- Gustavo Neloy Camín, padre de Mario Guillermo, desaparece el mismo 22 de mayo, siendo descubierto por sus familiares en la madrugada –ya día 23- al concurrir a su domicilio en el que no se encontraba y faltaban diversos elementos y el teléfono, que había sido arrancado. (CONADEP Nº actor 00829 – Nº inter. 3810).
- Daniel Romero desapareció el día 24 de mayo, al irrumpir en su domicilio y negocio, un grupo de hombres armados, enmascarados y disfrazados. Encapucharon a Romero y se lo llevaron, partiendo el grupo en dos automóviles, uno de color bordó y otro blanco, unos vecinos que se trasladaron a casa de su hermano Juan Carlos para informarle el secuestro, al acercarse a su domicilio vieron que también lo hacía un vehículo de los captores y en él conducían a Daniel Romero. (CONADEP Nº actor 04474).
- Víctor Herrera fue secuestrado el día 25 de mayo, en su domicilio. El operativo se realizó en camionetas del Ejército y por personal uniformado; entraron a la casa encapuchados, a excepción de dos que llevaban las caras descubiertas. (CONADEP Nº actor 02473 y Nº actor 06886).
- Isabel Membrive cuya desaparición el 25 de mayo también es relacionada con esta seguidilla.
- Julio Oscar Sosa cuyo sobrenombre era “Felipe”, fue capturado el día 26 de mayo cuando se dirigía a buscar a Galamba para trasladarlo desde la casa de la familia Molina, a otro domicilio (CONADEP Nº actor 04225).
- Juan Carlos Romero desapareció el día 28 de mayo de su domicilio, el día 24, el grupo que conducía a su hermano Daniel llegó a este domicilio y con fuertes golpes en la puerta fue conminado a abrir. Lo interrogaron sobre Galamba, asimismo lo interrogaron sobre las actividades de su hermano Daniel, sin hacer referencia alguna a que lo llevaban ellos, de lo cual, se enteraría horas más tarde. Se fueron sin que en esta oportunidad, mediaran otras alternativas. El día 29, cuando ya la familia dormía, aparecieron unos diez hombres armados, enmascarados, con diversa vestimenta como pantalones vaqueros, camperas de cuero, y algunos con botas o borceguíes negros. Ordenaron a Romero que se vistiera y los acompañara, y al preguntarles quienes eran respondieron que “del Ejército” y le ordenaron callar, llevándoselo en una camioneta con letrero de Agua y Energía. Romero había sido electo Concejal por el Partido Justicialista en 1966 y en 1973, cargo este último al que renunció para desempeñarse como Director de Obras Públicas, toda esta actividad realizada en la comuna de Las Heras. (CONADEP Nº actor 04480).
- Juan José Galamba entre el 12 de junio de 1976 y el 26 de mayo de 1978 es perseguido por los grupos de tareas, rastreado por todos los lugares en los que consiguió refugio entre esas fechas, hasta que el 26 de mayo de 1978, un grupo de civiles de más o menos seis personas (uno vestido con uniforme de Agua y Energía) y portando armas de gran calibre, irrumpe en el domicilio de Miguel Ángel y Carlos Molina. De inmediato dieron con José Galamba y en el patio le dieron una tremenda paliza, igualmente golpearon a los hermanos Molina, que luego fueron encerrados en una de las habitaciones con la intervención de quien sería el jefe amenazados por una “Itaka”, mientras se llevaban a José Galamba”. (CONADEP Nº actor 01979, Legajo Nº 5176).
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martes, 5 de febrero de 2008
ANTONINI ERA ANTICHAVISTA
de ...NO CUALQUIERA SUMA SIN RESTAR ... de Juan Cruz Sanz
ESE RARO GORDO BONACHON
Por Jaime Bayly - Diario El Correo de Perú
Eran los primeros días del 2002, invierno en Key Biscayne, si podemos llamar invierno a unos días espléndidos, a pleno sol.
Yo vivía en una casa en la calle Caribbean, una casa amarilla, de un piso, una de las más antiguas de la isla. Estaba obsesionado con escribir una novela que titulé El huracán lleva tu nombre. Me pasaba la noche escribiendo, escuchando los maullidos de los gatos y los chispazos de las regaderas que se encendían automáticamente. Cuando me daba hambre, subía a la bicicleta y pedaleaba hasta el Seven Eleven.
Una noche, bajando de la bicicleta en el Seven Eleven [estación de gasolina], un hombre alto y obeso me dijo:
-¿Qué ha sido de tu vida, que ya no te veo en televisión?
Le conté que me había retirado de la televisión de Miami, dado que mi último programa había sido cancelado, los ejecutivos de esa cadena acusándome de ser "demasiado intelectual y marica para los mexicanos de California". El hombre apretó un botón que desactivó la alarma de su Mercedes del año, deportivo, color gris. Sentí que, al apretar ese botón, había experimentado una alegría rotunda, definitiva, una forma de alegría que siempre me sería esquiva.
Para mi sorpresa, me preguntó dónde vivía.
-En Caribbean road, cerca del Sonesta -le dije.
-Yo tengo un hotel al lado del Sonesta -me dijo.
-¿El Silver Sands? -pregunté.
-Es mío -dijo.
-Hombre, te felicito -dije.
-Te invito mañana para que veas unas cabañas frente al mar que te pueden interesar -me dijo.
Sacó su billetera y me dio su tarjeta.
-Llámame -me dijo-. Tienes que ver las cabañas frente al mar. Son del carajo. Enrique Iglesias viene de vez en cuando con sus amigas.
Luego subió a su auto. Miré la tarjeta. Decía: Guido Antonini Wilson. Al día siguiente, lo llamé. No tenía ganas de verlo, pero me intrigaba conocer las cabañas en las que Enrique Iglesias hacía travesuras. Lo traté de Guido, un nombre extraño en cualquier caso. Me dijo que pasaría a buscarme al final de la tarde.
El señor Antonini vino a buscarme en un auto distinto del que había usado la noche anterior. Era un Mercedes grande, cuatro puertas, azul oscuro. Al subir, sentí ese olor a nuevo que conservan los autos recién salidos del concesionario. Llegando al hotel, me condujo a su oficina. Se sentó en un escritorio y me dijo que ese hotel era de su mujer, de la familia de su mujer, pero que él lo administraba como si fuera suyo y yo era bienvenido cuando quisiera. No me quedó claro (esas cosas nunca quedan claras) si me estaba diciendo que no me cobraría en caso de que me quedase en su hotel. Poco después caminamos hasta las cabañas con vista al mar. Quedé horrorizado con la decoración.
-Son perfectas para escribir -mentí.
Antes de irnos, le pregunté cuál era la cabaña en la que Enrique se escondía con sus amigas. Me llevó a la cabaña africana, atigrada, con pieles de animales y colmillos de elefantes, y dijo, señalando la cama:
-Aquí ha culeado Enrique Iglesias.
Luego añadió:
-Cuando quieras, puedes venir.
-Muchas gracias -dije.
-Para mí será un honor recibirte -dijo.
No quedó claro si el honor al que aludía me exoneraba de pagar por la cabaña. Al subir a su auto, pensé que me llevaría a casa. Me equivoqué. Guido me dijo que su mujer estaba ansiosa por conocerme. No me preguntó si yo sentía ansias recíprocas. Vivía en un departamento del Grand Bay, con todos los lujos previsibles. Recorrimos medio departamento sin que su mujer diese señales de vida. Al pasar por la cocina, una empleada dijo que la señora estaba en la lavandería. En efecto, allí mismo estaba. La señora Jacqueline era agradable y distinguida, aunque no necesariamente guapa. Me saludó con afecto distante, como quien saluda a alguien que inspira, a la vez, curiosidad y temor.
-No me pierdo tus programas -me dijo. No sentí que estuviera ansiosa por conocerme. Sentí que estaba ansiosa por seguir ordenando la ropa con la maniática minuciosidad de una millonaria aburrida.
Guido me llevó a su biblioteca. Digo que era una biblioteca porque así la llamó él, no porque hubiese libros. Se sentó en su escritorio, me ofreció un trago, le dije que no bebía alcohol, puso cara de espanto, me invitó agua mineral y se sirvió un whisky. Por fin hablamos de política. Me dijo que Chávez era una desgracia, que había instaurado un régimen autoritario y corrupto, que los amigotes de Chávez estaban haciéndose muy ricos, que no se podía hacer dinero a no ser que fueras socio del régimen. Me contó que era amigo de Carlos Andrés Pérez, que hablaban a menudo, que Carlos Andrés estaba en Santo Domingo, pero venía con frecuencia a Miami. Le dije que conocía a Carlos Andrés, que lo había entrevistado el año 97 o 98. Cogió el teléfono, llamó a Carlos Andrés y le dijo que estaba conmigo. Me dio sus saludos. Le dijo que cuando viniera a Miami, teníamos que juntarnos los tres "para hablar de política". Hablaron de cosas que no entendí y cortó.Mi amigo Guido se sirvió otro trago y me dijo:
-Chávez no va a durar. Va a caer pronto. Lo vamos a tumbar.
Le dije que eso sería difícil, dado que los militares lo apoyaban y muchos de sus compañeros de promoción ocupaban puestos claves.
-Acuérdate de mí -insistió-. A Chávez lo tumbamos. Va a terminar en la cárcel.
Pensé que estaba fanfarroneando, que quería hacer alarde de su poder y sus conexiones.Poco después me llevó a la cochera del edificio y me mostró su colección de autos de lujo: Hummers, Ferraris, Lamborghinis, Mercedes.-Cuando quieras, te presto uno de estos para que lleves a tus hijas a Orlando -me sorprendió. Yo le había contado que en pocos días llegarían mis hijas y nos iríamos a Disney.
-Muchas gracias, pero no me animo -le dije.
-Anda en la Hummer -insistió.
-¿Y si choco? -le dije.
-No pasa nada -dijo-. Todos están asegurados.
-Pero el seguro no te cubre si yo manejo -dije.
-No vas a chocar -dijo-. Y si chocas, decimos que yo estaba manejando.
Tras esa exhibición de su riqueza, el señor Antonini me llevó a mi vieja casa amarilla, construida en 1953.
-Llámame cuando lleguen tus hijas -me dijo.
Una semana después, mis hijas llegaron y les conté que había conocido a un extraño magnate venezolano que me había enseñado su colección de autos de lujo y me había ofrecido uno de ellos para irnos a Disney.
-No voy a llamarlo -dije.
-¡Estás loco! -me dijeron-. ¡Llámalo!
-¿Y si es un millonario tramposo perseguido por la justicia?
-¡No importa! ¡Llámalo!
A pesar de mis temores, lo llamé. No contestó. Dejé un mensaje. No llamó de vuelta. Llamé dos o tres veces más. Dejé mensajes. No llamó.Unos meses después, en abril, leí que le habían dado un golpe a Chávez. Me acordé de mi amigo Guido, de sus enfáticas palabras:
-Chávez no va a durar. Lo vamos a tumbar.
Lo llamé para preguntarle qué estaba pasando en Caracas. No contestó. No volví a verlo más, hasta una mañana, cinco años después, en que abrí un periódico en Buenos Aires y vi la foto de ese raro gordo bonachón, acusado de ser "el hombre de la valija", el misterioso pasajero que llegó en un vuelo privado desde Caracas y quiso introducir ilegalmente un maletín con ochocientos mil dólares en efectivo. Lo primero que pensé fue: Suerte que no me prestó su Hummer para ir a Disney. Lo siguiente que me dije fue: ¿Pero este gordo no estaba conspirando contra Chávez?Luego me imaginé a su esposa ordenando la ropa minuciosamente en la lavandería del apartamento de lujo, odiándolo en silencio.
de ...NO CUALQUIERA SUMA SIN RESTAR ... de Juan Cruz Sanz
ESE RARO GORDO BONACHON
Por Jaime Bayly - Diario El Correo de Perú
Eran los primeros días del 2002, invierno en Key Biscayne, si podemos llamar invierno a unos días espléndidos, a pleno sol.
Yo vivía en una casa en la calle Caribbean, una casa amarilla, de un piso, una de las más antiguas de la isla. Estaba obsesionado con escribir una novela que titulé El huracán lleva tu nombre. Me pasaba la noche escribiendo, escuchando los maullidos de los gatos y los chispazos de las regaderas que se encendían automáticamente. Cuando me daba hambre, subía a la bicicleta y pedaleaba hasta el Seven Eleven.
Una noche, bajando de la bicicleta en el Seven Eleven [estación de gasolina], un hombre alto y obeso me dijo:
-¿Qué ha sido de tu vida, que ya no te veo en televisión?
Le conté que me había retirado de la televisión de Miami, dado que mi último programa había sido cancelado, los ejecutivos de esa cadena acusándome de ser "demasiado intelectual y marica para los mexicanos de California". El hombre apretó un botón que desactivó la alarma de su Mercedes del año, deportivo, color gris. Sentí que, al apretar ese botón, había experimentado una alegría rotunda, definitiva, una forma de alegría que siempre me sería esquiva.
Para mi sorpresa, me preguntó dónde vivía.
-En Caribbean road, cerca del Sonesta -le dije.
-Yo tengo un hotel al lado del Sonesta -me dijo.
-¿El Silver Sands? -pregunté.
-Es mío -dijo.
-Hombre, te felicito -dije.
-Te invito mañana para que veas unas cabañas frente al mar que te pueden interesar -me dijo.
Sacó su billetera y me dio su tarjeta.
-Llámame -me dijo-. Tienes que ver las cabañas frente al mar. Son del carajo. Enrique Iglesias viene de vez en cuando con sus amigas.
Luego subió a su auto. Miré la tarjeta. Decía: Guido Antonini Wilson. Al día siguiente, lo llamé. No tenía ganas de verlo, pero me intrigaba conocer las cabañas en las que Enrique Iglesias hacía travesuras. Lo traté de Guido, un nombre extraño en cualquier caso. Me dijo que pasaría a buscarme al final de la tarde.
El señor Antonini vino a buscarme en un auto distinto del que había usado la noche anterior. Era un Mercedes grande, cuatro puertas, azul oscuro. Al subir, sentí ese olor a nuevo que conservan los autos recién salidos del concesionario. Llegando al hotel, me condujo a su oficina. Se sentó en un escritorio y me dijo que ese hotel era de su mujer, de la familia de su mujer, pero que él lo administraba como si fuera suyo y yo era bienvenido cuando quisiera. No me quedó claro (esas cosas nunca quedan claras) si me estaba diciendo que no me cobraría en caso de que me quedase en su hotel. Poco después caminamos hasta las cabañas con vista al mar. Quedé horrorizado con la decoración.
-Son perfectas para escribir -mentí.
Antes de irnos, le pregunté cuál era la cabaña en la que Enrique se escondía con sus amigas. Me llevó a la cabaña africana, atigrada, con pieles de animales y colmillos de elefantes, y dijo, señalando la cama:
-Aquí ha culeado Enrique Iglesias.
Luego añadió:
-Cuando quieras, puedes venir.
-Muchas gracias -dije.
-Para mí será un honor recibirte -dijo.
No quedó claro si el honor al que aludía me exoneraba de pagar por la cabaña. Al subir a su auto, pensé que me llevaría a casa. Me equivoqué. Guido me dijo que su mujer estaba ansiosa por conocerme. No me preguntó si yo sentía ansias recíprocas. Vivía en un departamento del Grand Bay, con todos los lujos previsibles. Recorrimos medio departamento sin que su mujer diese señales de vida. Al pasar por la cocina, una empleada dijo que la señora estaba en la lavandería. En efecto, allí mismo estaba. La señora Jacqueline era agradable y distinguida, aunque no necesariamente guapa. Me saludó con afecto distante, como quien saluda a alguien que inspira, a la vez, curiosidad y temor.
-No me pierdo tus programas -me dijo. No sentí que estuviera ansiosa por conocerme. Sentí que estaba ansiosa por seguir ordenando la ropa con la maniática minuciosidad de una millonaria aburrida.
Guido me llevó a su biblioteca. Digo que era una biblioteca porque así la llamó él, no porque hubiese libros. Se sentó en su escritorio, me ofreció un trago, le dije que no bebía alcohol, puso cara de espanto, me invitó agua mineral y se sirvió un whisky. Por fin hablamos de política. Me dijo que Chávez era una desgracia, que había instaurado un régimen autoritario y corrupto, que los amigotes de Chávez estaban haciéndose muy ricos, que no se podía hacer dinero a no ser que fueras socio del régimen. Me contó que era amigo de Carlos Andrés Pérez, que hablaban a menudo, que Carlos Andrés estaba en Santo Domingo, pero venía con frecuencia a Miami. Le dije que conocía a Carlos Andrés, que lo había entrevistado el año 97 o 98. Cogió el teléfono, llamó a Carlos Andrés y le dijo que estaba conmigo. Me dio sus saludos. Le dijo que cuando viniera a Miami, teníamos que juntarnos los tres "para hablar de política". Hablaron de cosas que no entendí y cortó.Mi amigo Guido se sirvió otro trago y me dijo:
-Chávez no va a durar. Va a caer pronto. Lo vamos a tumbar.
Le dije que eso sería difícil, dado que los militares lo apoyaban y muchos de sus compañeros de promoción ocupaban puestos claves.
-Acuérdate de mí -insistió-. A Chávez lo tumbamos. Va a terminar en la cárcel.
Pensé que estaba fanfarroneando, que quería hacer alarde de su poder y sus conexiones.Poco después me llevó a la cochera del edificio y me mostró su colección de autos de lujo: Hummers, Ferraris, Lamborghinis, Mercedes.-Cuando quieras, te presto uno de estos para que lleves a tus hijas a Orlando -me sorprendió. Yo le había contado que en pocos días llegarían mis hijas y nos iríamos a Disney.
-Muchas gracias, pero no me animo -le dije.
-Anda en la Hummer -insistió.
-¿Y si choco? -le dije.
-No pasa nada -dijo-. Todos están asegurados.
-Pero el seguro no te cubre si yo manejo -dije.
-No vas a chocar -dijo-. Y si chocas, decimos que yo estaba manejando.
Tras esa exhibición de su riqueza, el señor Antonini me llevó a mi vieja casa amarilla, construida en 1953.
-Llámame cuando lleguen tus hijas -me dijo.
Una semana después, mis hijas llegaron y les conté que había conocido a un extraño magnate venezolano que me había enseñado su colección de autos de lujo y me había ofrecido uno de ellos para irnos a Disney.
-No voy a llamarlo -dije.
-¡Estás loco! -me dijeron-. ¡Llámalo!
-¿Y si es un millonario tramposo perseguido por la justicia?
-¡No importa! ¡Llámalo!
A pesar de mis temores, lo llamé. No contestó. Dejé un mensaje. No llamó de vuelta. Llamé dos o tres veces más. Dejé mensajes. No llamó.Unos meses después, en abril, leí que le habían dado un golpe a Chávez. Me acordé de mi amigo Guido, de sus enfáticas palabras:
-Chávez no va a durar. Lo vamos a tumbar.
Lo llamé para preguntarle qué estaba pasando en Caracas. No contestó. No volví a verlo más, hasta una mañana, cinco años después, en que abrí un periódico en Buenos Aires y vi la foto de ese raro gordo bonachón, acusado de ser "el hombre de la valija", el misterioso pasajero que llegó en un vuelo privado desde Caracas y quiso introducir ilegalmente un maletín con ochocientos mil dólares en efectivo. Lo primero que pensé fue: Suerte que no me prestó su Hummer para ir a Disney. Lo siguiente que me dije fue: ¿Pero este gordo no estaba conspirando contra Chávez?Luego me imaginé a su esposa ordenando la ropa minuciosamente en la lavandería del apartamento de lujo, odiándolo en silencio.
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domingo, 3 de febrero de 2008
Los garfios del sindicato del crimen clavados en América Latina
Un agente arrepentido de la CIA, Ralph W. McGehee, que formó parte de la organización entre 1952 y 1977, publicó un libro llamado "Deadly Deceits: My 25 years in the CIA" ("Engaños mortales: Mis veinticinco años en la CIA"), donde detalla la participación de EEUU a través de la CIA en la preparación de las dictaduras latinoamericanas y en la represión que impusieron luego de conquistar el poder.
A partir de la desclasificación de documentos, la historia de la CIA "está haciéndose dolorosamente clara", sostiene el ex agente. El entrenamiento para torturas "que rivalizaron con los nazis" y la asociación de la CIA con los "escuadrones de la muerte" para los que "el Departamento de Información e Inteligencia sirvió de cobertura", son algunas de las confesiones realizadas por el ex agente sobre las operaciones de la CIA en Uruguay. En el rubro torturas destaca particularmente la participación como instructor del "conocido torturador" Dan Mitrione.
Según McGehee la CIA armó directamente "la policía secreta" y "escuadrones de la muerte" en "El Salvador, Guatemala, la Nicargua presandinista, Corea del Sur, Irán, Chile y Uruguay". El ex agente señala que esas operaciones son las responsables de "torturas, desapariciones y muertes". McGehee reconoció también que "en 1973 la CIA supervisó y asesinó al presidente Salvador Allende" en Chile y señaló que la empresa electrónica norteamericana ITT "ofreció un millón de dólares a la CIA para que diera un golpe". Agregó que la agencia colaboró con los militares chilenos desde 1971 para elaborar un listado de "20.000 candidatos a ser asesinados la mañana del golpe".
En un libro donde se reconoce la participación norteamericana en crímenes cometidos en 42 países de todo el mundo, también se admite la existencia de la "Operación Condor" para concretar el "arresto y asesinato de políticos e intercambio de prisioneros entre Paraguay, Argentina, Chile y Uruguay". Según McGehee, "Estados Unidos brindó inspiración y asistencia financiera y técnica para la represión. La División de Servicios Técnicos de la CIA proveyó de equipamiento de tortura" a las dictaduras latinoamericanas.
En otros países del continente, la CIA "organizó grupos terroristas para atacar y asesinar políticos de izquierda sin implicar a los gobiernos. Estos grupos incluyen La Mano Blanca y Ojo por Ojo en Guatemala, La Banda en República Dominicana y El Escuadrón de la Muerte en Brasil". McGehee, que fue durante 14 años "oficial de operaciones" en el extranjero y durante 11 años oficial de alto rango en el cuartel general de la CIA en Langley, no duda y afirma que en función de todo lo expuesto la organización para la que trabajó durante un cuarto de siglo "debería ser abolida, su liderazgo terminado y sus principales miembros juzgados por crímenes contra la humanidad".
La lección de Mitrione
McGehee asegura que en Uruguay la CIA "estuvo asociada a los escuadrones de la muerte. La estación de la CIA tuvo un control sobre las listas de los más importantes activistas de la izquierda. Entregó nombres de sus familias y amigos. Mediante el servicio de alianza, la CIA obtuvo y entregó (a los servicios de inteligencia y al escuadrón de la muerte) nombres completos, fecha y lugar de nacimiento, nombre de los padres, direcciones, lugar de trabajo y fotografías. Fue una información invalorable para las operaciones de control de los subversivos y una variedad de otros propósitos".
En 1969, la agencia envió a nuestro país al "conocido torturador" Dan Mitrione. El ex agente comenta que hasta ese año, "las fuerzas de derecha solamente habían utilizado la tortura como último recurso. Mitrione los convenció para que la usaran como una práctica rutinaria. Su dicho era: 'El dolor exacto, en el lugar exacto, en la cantidad exacta para obtener el efecto deseado'. Las técnicas de tortura que enseñó a los escuadrones de la muerte rivalizaron con los nazis. Finalmente se volvió tan temido que los revolucionarios lo secuestraron y asesinaron un año después".
Posteriomente McGhehee afirma que entre 1970 y 1972 los oficiales de la CIA "utilizaron el respaldo de informantes para ayudar al Departamento de Información e Inteligencia, que a su vez fue cobertura de los escuadrones de la muerte". El ex agente norteamericano se refiere o al Departamento de Inteligencia y Enlace de la Policía.
El asesinato de Allende
A fines de 1971 la CIA estaba estrechamente conectada con los militares en Chile. Según McGehee, los agentes de la organización "comenzaron a recolectar la clase de información que sería esencial para una dictadura militar después de un golpe de Estado: listas de civiles que deberían ser arrestados, aquellos que serían protegidos y las instalaciones gubernamentales que deberían ocuparse de inmediato".
En 1973 los militares "prepararon las listas de cerca de 20.000 mandos medios de las organizaciones populares, candidatos a ser asesinados en la mañana del golpe. Hubo otra lista con tres mil altos mandos que serían arrestados. Las listas detallaban nombre, dirección, edad, profesión, estado civil y amigos más cercanos". Los representantes de la CIA justificaron su presencia en Chile en aquellos años argumentando la existencia de una misión militar norteamericana.
McGehee recuerda que en junio de 1973, militares chilenos y agentes norteamericanos terminaron de elaborar la lista de extremistas y líderes políticos. Allí estaban incluidos "periodistas marxistas, agentes del comunismo internacional y cualquiera y todas las personas que hubieran participado con cualquier grado de vigor en organizaciones vecinales, comunales u organizaciones nacionales. Se había pedido al Pentágono que autorizara a la CIA a dar a la Armada chilena listas de chilenos relacionados a países socialistas".
Los nombres fueron divididos en dos grupos: personas desconocidas públicamente pero de importancia para las organizaciones de izquierda y personas conocidas que ocuparan importantes posiciones. Veinte mil ocuparon el primer grupo y debían ser asesinados. Tres mil fueron al segundo para ser encarcelados. En 1973 la CIA "supervisó y asesinó Salvador Allende, el primer líder socialista democráticamente elegido en Latinoamérica. El problema comenzó cuando Allende nacionalizó sectores controlados hasta entonces por firmas norteamericanas. En ese momento la ITT le ofreció un millón de dólares a la CIA para que diera un golpe, lo que fue rechazado. La CIA reemplazó a Allende por el general Augusto Pinochet, quien torturó y asesinó a miles de sus compatriotas".
Crímenes contra la humanidad
Luego de una extensa experiencia integrando la organización, el ex agente criticó duramente la necesidad de ocultamiento desarrollada por la misma y ratificada por el gobierno norteamericano. En ese sentido, rememoró el discurso pronunciado por el ex presidente Bill Clinton en la celebración del 50 Aniversario de la agencia, cuando dijo: "Por necesidad, los americanos nunca sabrán la historia completa de su coraje". A su entender, esto quiere decir que "los americanos deberían dejar de criticar a la CIA porque no saben lo que realmente hace. Una agencia que está más allá de la crítica también está más allá del comportamiento moral. Su secreto y falta de control permite el crecimiento de su corrupción. Por otra parte, el comentario de Clinton simplemente es mentira. La historia de la agencia está haciéndose dolorosamente clara con la declasificación de sus documentos".
McGehee comentó que la CIA "usualmente ha despreciado las alianzas con los defensores de la democracia, la libre expresión y los derechos humanos, prefiriendo la companía de dictadores y tiranos. Ha respaldado las dictaduras de derecha porque éstas permiten a los americanos ricos explotar el trabajo y los recursos de otros países. Pero los americanos pobres y de clase media pagan el precio luchando en guerras que son consecuencia de las acciones de la CIA, desde Vietnam hasta la Guerra del Golfo pasando por Panamá.
Además habría que preguntarse la razón para que los 'intereses americanos' se alcancen a costa de los derechos humanos de otras personas". Desde su punto de vista, la organización para la que trabajó durante un cuarto de siglo "debería ser abolida, su liderazgo terminado y susprincipales miembros juzgados por crímenes contra la humanidad".
A partir de la desclasificación de documentos, la historia de la CIA "está haciéndose dolorosamente clara", sostiene el ex agente. El entrenamiento para torturas "que rivalizaron con los nazis" y la asociación de la CIA con los "escuadrones de la muerte" para los que "el Departamento de Información e Inteligencia sirvió de cobertura", son algunas de las confesiones realizadas por el ex agente sobre las operaciones de la CIA en Uruguay. En el rubro torturas destaca particularmente la participación como instructor del "conocido torturador" Dan Mitrione.
Según McGehee la CIA armó directamente "la policía secreta" y "escuadrones de la muerte" en "El Salvador, Guatemala, la Nicargua presandinista, Corea del Sur, Irán, Chile y Uruguay". El ex agente señala que esas operaciones son las responsables de "torturas, desapariciones y muertes". McGehee reconoció también que "en 1973 la CIA supervisó y asesinó al presidente Salvador Allende" en Chile y señaló que la empresa electrónica norteamericana ITT "ofreció un millón de dólares a la CIA para que diera un golpe". Agregó que la agencia colaboró con los militares chilenos desde 1971 para elaborar un listado de "20.000 candidatos a ser asesinados la mañana del golpe".
En un libro donde se reconoce la participación norteamericana en crímenes cometidos en 42 países de todo el mundo, también se admite la existencia de la "Operación Condor" para concretar el "arresto y asesinato de políticos e intercambio de prisioneros entre Paraguay, Argentina, Chile y Uruguay". Según McGehee, "Estados Unidos brindó inspiración y asistencia financiera y técnica para la represión. La División de Servicios Técnicos de la CIA proveyó de equipamiento de tortura" a las dictaduras latinoamericanas.
En otros países del continente, la CIA "organizó grupos terroristas para atacar y asesinar políticos de izquierda sin implicar a los gobiernos. Estos grupos incluyen La Mano Blanca y Ojo por Ojo en Guatemala, La Banda en República Dominicana y El Escuadrón de la Muerte en Brasil". McGehee, que fue durante 14 años "oficial de operaciones" en el extranjero y durante 11 años oficial de alto rango en el cuartel general de la CIA en Langley, no duda y afirma que en función de todo lo expuesto la organización para la que trabajó durante un cuarto de siglo "debería ser abolida, su liderazgo terminado y sus principales miembros juzgados por crímenes contra la humanidad".
La lección de Mitrione
McGehee asegura que en Uruguay la CIA "estuvo asociada a los escuadrones de la muerte. La estación de la CIA tuvo un control sobre las listas de los más importantes activistas de la izquierda. Entregó nombres de sus familias y amigos. Mediante el servicio de alianza, la CIA obtuvo y entregó (a los servicios de inteligencia y al escuadrón de la muerte) nombres completos, fecha y lugar de nacimiento, nombre de los padres, direcciones, lugar de trabajo y fotografías. Fue una información invalorable para las operaciones de control de los subversivos y una variedad de otros propósitos".
En 1969, la agencia envió a nuestro país al "conocido torturador" Dan Mitrione. El ex agente comenta que hasta ese año, "las fuerzas de derecha solamente habían utilizado la tortura como último recurso. Mitrione los convenció para que la usaran como una práctica rutinaria. Su dicho era: 'El dolor exacto, en el lugar exacto, en la cantidad exacta para obtener el efecto deseado'. Las técnicas de tortura que enseñó a los escuadrones de la muerte rivalizaron con los nazis. Finalmente se volvió tan temido que los revolucionarios lo secuestraron y asesinaron un año después".
Posteriomente McGhehee afirma que entre 1970 y 1972 los oficiales de la CIA "utilizaron el respaldo de informantes para ayudar al Departamento de Información e Inteligencia, que a su vez fue cobertura de los escuadrones de la muerte". El ex agente norteamericano se refiere o al Departamento de Inteligencia y Enlace de la Policía.
El asesinato de Allende
A fines de 1971 la CIA estaba estrechamente conectada con los militares en Chile. Según McGehee, los agentes de la organización "comenzaron a recolectar la clase de información que sería esencial para una dictadura militar después de un golpe de Estado: listas de civiles que deberían ser arrestados, aquellos que serían protegidos y las instalaciones gubernamentales que deberían ocuparse de inmediato".
En 1973 los militares "prepararon las listas de cerca de 20.000 mandos medios de las organizaciones populares, candidatos a ser asesinados en la mañana del golpe. Hubo otra lista con tres mil altos mandos que serían arrestados. Las listas detallaban nombre, dirección, edad, profesión, estado civil y amigos más cercanos". Los representantes de la CIA justificaron su presencia en Chile en aquellos años argumentando la existencia de una misión militar norteamericana.
McGehee recuerda que en junio de 1973, militares chilenos y agentes norteamericanos terminaron de elaborar la lista de extremistas y líderes políticos. Allí estaban incluidos "periodistas marxistas, agentes del comunismo internacional y cualquiera y todas las personas que hubieran participado con cualquier grado de vigor en organizaciones vecinales, comunales u organizaciones nacionales. Se había pedido al Pentágono que autorizara a la CIA a dar a la Armada chilena listas de chilenos relacionados a países socialistas".
Los nombres fueron divididos en dos grupos: personas desconocidas públicamente pero de importancia para las organizaciones de izquierda y personas conocidas que ocuparan importantes posiciones. Veinte mil ocuparon el primer grupo y debían ser asesinados. Tres mil fueron al segundo para ser encarcelados. En 1973 la CIA "supervisó y asesinó Salvador Allende, el primer líder socialista democráticamente elegido en Latinoamérica. El problema comenzó cuando Allende nacionalizó sectores controlados hasta entonces por firmas norteamericanas. En ese momento la ITT le ofreció un millón de dólares a la CIA para que diera un golpe, lo que fue rechazado. La CIA reemplazó a Allende por el general Augusto Pinochet, quien torturó y asesinó a miles de sus compatriotas".
Crímenes contra la humanidad
Luego de una extensa experiencia integrando la organización, el ex agente criticó duramente la necesidad de ocultamiento desarrollada por la misma y ratificada por el gobierno norteamericano. En ese sentido, rememoró el discurso pronunciado por el ex presidente Bill Clinton en la celebración del 50 Aniversario de la agencia, cuando dijo: "Por necesidad, los americanos nunca sabrán la historia completa de su coraje". A su entender, esto quiere decir que "los americanos deberían dejar de criticar a la CIA porque no saben lo que realmente hace. Una agencia que está más allá de la crítica también está más allá del comportamiento moral. Su secreto y falta de control permite el crecimiento de su corrupción. Por otra parte, el comentario de Clinton simplemente es mentira. La historia de la agencia está haciéndose dolorosamente clara con la declasificación de sus documentos".
McGehee comentó que la CIA "usualmente ha despreciado las alianzas con los defensores de la democracia, la libre expresión y los derechos humanos, prefiriendo la companía de dictadores y tiranos. Ha respaldado las dictaduras de derecha porque éstas permiten a los americanos ricos explotar el trabajo y los recursos de otros países. Pero los americanos pobres y de clase media pagan el precio luchando en guerras que son consecuencia de las acciones de la CIA, desde Vietnam hasta la Guerra del Golfo pasando por Panamá.
Además habría que preguntarse la razón para que los 'intereses americanos' se alcancen a costa de los derechos humanos de otras personas". Desde su punto de vista, la organización para la que trabajó durante un cuarto de siglo "debería ser abolida, su liderazgo terminado y susprincipales miembros juzgados por crímenes contra la humanidad".
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